Procrastinación: Sus aspectos negativos y positivos
Dejar las cosas para el último momento es habitual en el lugar de trabajo. Es especialmente fácil caer en ello cuando se trabaja desde casa, donde reorganizar los cajones de la cocina y las estanterías se convierte en una posibilidad cotidiana. Pero mientras algunos piensan que los procrastinadores pueden ser poco fiables y perezosos, hay quienes creen que dar más tiempo a las cosas puede ser un punto a favor en lo que se refiere a la toma de decisiones y trabajo. Así pues, ¿puede ser positiva la procrastinación? ¿Cómo funciona?
Sí, la procrastinación puede tomar un giro positivo, pero es importante identificar qué es lo que nos hace posponer esa tarea en nombre de la jardinería. Detrás de este retraso puede haber aburrimiento, inseguridad, ansiedad e incluso depresión, por lo que a algunas personas les resulta imposible controlarlo hasta haber identificado y resuelto esos sentimientos. Pero si sabes cómo utilizarla a tu favor, para ser productiva y establecer prioridades en lugar de posponer las cosas indefinidamente, puede que seas capaz de dominar el arte de la procrastinación positiva.
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Procrastinación: ¿Qué es?
Definido por los expertos como un “patrón de comportamiento autodestructivo marcado por los beneficios a corto plazo y los costos a largo plazo”, los estudios muestran que 25% de los adultos encuestados cree que la procrastinación es una característica que define su personalidad. Los estudios también muestran que la “procrastinación crónica” puede tener un grave impacto en la salud mental, aumentando sentimientos de culpa y estrés por encima de la productividad, y afectando nuestro bienestar mental y físico.
Según el Dr. Tim Pychyl, profesor de psicología y miembro del Grupo de Investigación sobre la Procrastinación de la Universidad Carleton de Ottawa, la procrastinación es un problema de regulación de las emociones, no de gestión del tiempo. Junto con la Dra. Fuschia Sirois, el Dr. Pychyl descubrió que la procrastinación tiene que ver con nuestra incapacidad para regular los estados de ánimo negativos y el alivio inmediato que nos proporciona hacer otra cosa, aunque esa elección nos perjudique.
Como cualquier problema que tiene que ver con cómo nos sentimos, la mejor forma de abordarlo es averiguar qué está desencadenando esas emociones. Las razones para procrastinar pueden ser el aburrimiento o la sensación de que no se nos está retando. Frustración con las tareas a las que nos enfrentamos. Los miedos y ansiedades sobre nuestro rendimiento. Las dudas sobre nuestras capacidades. El perfeccionismo y las eternas distracciones que nos rodean, incluyendo las redes sociales, los servicios de streaming o la posibilidad de reorganizar la nevera. Identificar con precisión estas emociones puede ayudar a manejarlas.
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¿Procrastinación positiva?
Algunas personas han argumentado en defensa de la procrastinación y han hablado de “procrastinación positiva”. Esto, sin embargo, sigue implicando posponer las cosas. La Dra. Fuschia M. Sirois sostiene que retrasar innecesaria y voluntariamente una tarea importante a pesar de saber que las consecuencias son perjudiciales está incluido en la definición de procrastinación. El estrés y la ansiedad resultantes de la procrastinación suelen ser peores que los sentimientos que inicialmente nos hicieron evitar hacer algo. Sirois, profesora de psicología en Durham (Reino Unido), afirma que al lidiar con las emociones que no podemos controlar externamente, conseguimos un alivio temporal. “Pero lo hemos hecho temporalmente y de forma externa, así que regresarán para atormentarnos”.
Sin embargo, esperar un poco más puede tener algunos aspectos positivos. Según Adam Grant, profesor de Gestión y Psicología de la Wharton School, cuando se trata del proceso creativo, procrastinar puede ser bueno. Retrasar el comienzo o el final de una tarea puede abrirnos a ideas más originales, porque da tiempo a pensar de forma “no lineal”.
¿Su consejo para procrastinadores? Anotar puntos de vista e ideas tan pronto surja un nuevo proyecto. Aunque no empecemos a trabajar en ello de inmediato, escribir algunas ideas y datos generales hará que tengamos la información en mente.
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Algunos consejos para procrastinadores
1Amabilidad y autocompasión: La autocompasión puede ayudarnos a ver las tareas que no hemos sido capaces de completar y a motivarnos para encontrar nuevos enfoques en lugar de cuestionar nuestro valor y nuestras capacidades, lo cual sólo nos llevará a procrastinar más. Afrontar los retos con amabilidad y aceptación puede ayudarnos con la angustia psicológica y darnos el impulso que necesitamos para lidiar mejor con nuestras emociones.
2No pensar demasiado: Cuanto más nos sentamos a pensar en una idea y en todas las formas en las que podría salir mal, más probable es que la abandonemos para ir a reorganizar los condimentos. Sea lo que sea, el truco está en empezar. Fija objetivos realistas y ponte manos a la obra. Cumplir esos objetivos hará que algunos de los miedos desaparezcan. A veces sólo se trata de empezar.
3Priorizar es importante: Aprender a elegir entre las tareas que pueden esperar y las que absolutamente deben cumplir plazos concretos es esencial. Es mejor dejar esas tareas importantes para los momentos más productivos del día.
4Períodos de trabajo realistas: Intentar recuperar la productividad perdida estableciendo horarios de trabajo irreales no es la mejor idea. Ser coherentes con las horas que dedicamos a los proyectos prioritarios es importante y crear un patrón de trabajo puede facilitar que aprovechemos nuestro tiempo al máximo.
5Prepara el escenario: La tentación es algo difícil de resistir para los procrastinadores, así que no es mala idea hacer que esas distracciones estén lejos de nuestro alcance. Encontrar el lugar adecuado para trabajar podría cambiarlo todo, sobre todo si ese lugar nos obliga a centrarnos en la tarea frente a nosotras y dificulta el acceso a las distracciones. ¿La música ayuda? ¿El silencio es mejor? ¿Lo mejor es alejarnos de televisores y videojuegos? ¿La cocina distrae más de lo que ayuda? Debemos explorar qué situaciones nos llevan a procrastinar para poder averiguar qué entorno funcionará mejor para ser más productivas.