Deborah Gillis, Presidenta y CEO de Catalyst es campeona de campeones
Si quieres conocer a alguien que mueve montañas, no busques más. Te presentamos a Deborah Gillis, Presidenta y CEO de Catalyst, una organización sin fines de lucro que trabaja con algunos de los CEOs más importantes del mundo y compañías líderes para ayudar a construir lugares de trabajo que funcionen para las mujeres. ¡Inspírate!
Deborah Gillis creció en un pequeño pueblo de la zona rural de Nueva Escocia y fue inspirada desde el principio por un grupo de mujeres que defendieron con éxito la inclusión de los derechos de igualdad de género en la constitución canadiense.
Desde la escuela secundaria, dedicó su vida y su carrera a encontrar formas de que todos tengan la misma oportunidad de lograr el éxito.
Desde su trabajo en el sector público por la igualdad de empleo hasta su trabajo en empresas de servicios profesionales globales a quienes asesoraba sobre estrategias para alinear el talento y las prioridades comerciales. Desde su candidatura para un puesto gubernamental hasta su trabajo como líder de Catalyst, la pasión de Deborah por la igualdad ha permeado toda su vida.
En 2006 entró a Catalyst como Directora Ejecutiva de Catalyst Canadá. En 2012 se convirtió en la Directora Operaciones y luego en el 2014 en Presidente y CEO.
En 2016, Deborah fue nombrada una de las 10 canadienses más influyentes de la revista Canadian Business. Ese mismo año recibió la Medalla de la Asociación de Política Exterior. En 2017, aceptó un Doctorado Honoris Causa en Leyes de la Universidad Cape Breton por dedicar su vida a la defensa de los derechos de las mujeres y la igualdad. Deborah sirve en la Junta de Gobernadores de la Universidad St. Francis Xavier.
Por su incesante trabajo hacia un lugar de trabajo más equitativo para las mujeres y por ser una campeona de campeones, hoy honramos a Deborah Gillis en nuestro Salón de la Fama.
Red Shoe Movement— Si nos remontamos a todos los años en los que Catalyst ha estado realizando estudios, ¿has visto cambios sustanciales en la forma en que las empresas manejan la diversidad y la inclusión?
Deborah Gillis—El mayor cambio que he visto es que las empresas ahora reconocen que la diversidad y la inclusión no es solo un problema de las mujeres, es un asunto de negocios. Y debe ser tratado como un asunto comercial, con objetivos formales y responsabilidad para cumplirlos. Cuando la gente ve a sus gerentes, altos directivos y al CEO hablando de diversidad y siguiendo estrategias accionables, saben que es fundamental para los valores y la competitividad de la empresa.
RSM—¿Qué hace a las mujeres grandes líderes?
DG—Creo firmemente que no hay mujeres líderes y hombres líderes. Solo hay buenos líderes y malos líderes.
También creo que los buenos líderes son líderes inclusivos, que no solo tienen más mujeres en la sala: se aseguran de que sus contribuciones sean valoradas y respetadas una vez que están allí. En mi experiencia, los mejores líderes brindan a los empleados el balance justo de libertad y respaldo para hacer bien el trabajo. Están abiertos a escuchar y probar nuevas ideas, y saben que no siempre tienen la respuesta correcta. Tampoco evitan las conversaciones difíciles, sobre el rendimiento y la estrategia, o sobre temas “delicados” como el género, la raza o la etnia. Todos podemos comportarnos de esta manera, sin importar nuestro rango, título o género, y debemos liderar ya sea desde un cubículo o desde la oficina más encumbrada.

Deborah Gillis Frase Motivadora
RSM— ¿Cómo crees que la conversación actual sobre el acoso sexual cambiará los lugares de trabajo a corto y largo plazo?
DG—Tengo la esperanza de que las organizaciones reconozcan que el acoso sexual es un síntoma de una cultura que no trata a las mujeres, especialmente a las mujeres de color, como iguales. En el corto plazo, los líderes deben adoptar de inmediato una posición firme y visible para la equidad y la igualdad de género. A largo plazo, me gustaría ver que más organizaciones se miren duramente al espejo y luego construyan estratégicamente una cultura donde todas las mujeres sean bienvenidas, valoradas, capacitadas y promovidas. Este ha sido un momento increíblemente difícil para las mujeres que han contado sus historias, pero espero y creo que este movimiento será el catalizador para un cambio real y duradero. Colectivamente, debemos asegurarnos de que lo sea. Podemos comenzar haciendo avanzar a más mujeres, especialmente mujeres de color, a posiciones de liderazgo y a juntas directivas. Debido a que el poder compartido en los lugares de trabajo es mucho menos probable que sea abusado.
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Catalyst Cena Anual de Premios
RSM—¿Cuáles son algunas de las mejores prácticas que has visto en ciertos países o en organizaciones específicas en esos países para acelerar la trayectoria profesional del talento femenino?
DG— En mi rol, viajo mucho, y he visto que las mujeres en diferentes partes del mundo tienen diversas necesidades basadas en las normas sociales y culturales y en cómo operan las empresas en cada región. Por ejemplo, en México y en toda América Latina, hay normas bien tradicionales de género y familia, por lo que ayudar a las mujeres a gerenciar tanto sus carreras como sus responsabilidades familiares es esencial para apoyar su avance. Un ejemplo que me encanta es cómo PepsiCo México hizo esto al establecer el Consejo Ejecutivo Femenino, que ayudó a diseñar políticas y estrategias para apoyar a las mujeres que regresan de la licencia de maternidad y otras madres trabajadoras. Por ejemplo establecieron una estructura formal para opciones de trabajo flexibles y de tiempo parcial, oportunidades de trabajo a tiempo parcial y una semana de trabajo condensada. Estos programas ahora benefician a todos los empleados, mujeres y hombres, demostrando cómo los lugares de trabajo que funcionan para mujeres funcionan para todos.
Otro tema crítico en América Latina, y en todas partes realmente, es crear campeones, mentores y patrocinadores para las mujeres. Avon ha abordado con éxito este problema mediante el lanzamiento de un programa llamado Mujeres en el liderazgo. El primer grupo de participantes provino de Brasil, Chile, Colombia y México, y se les dio acceso a programas formales de capacitación, exposición a líderes sénior que de otro modo no tendrían, ayuda con la planificación de la carrera, asignaciones que ampliaban su experiencia y mentoría de parte de ejecutivos de alto rango. La parte que realmente me gusta de este programa es que se les pide a los participantes que “paguen hacia adelante” mediante el desarrollo de un proyecto de legado que inspirará a sus compañeras.

Deborah Gillis y Justin Trudeau, Primer Ministro Canadiense
RSM—¿Cómo cambiará las cosas sobre inclusión de género en puestos de alto liderazgo la generación Millennial?
DG—Los Millennials que conozco que trabajan Catalyst y en otras organizaciones sienten pasión por su comunidad y por hacer una diferencia. Quieren resolver problemas y están ansiosos por contribuir, mucho más que a las ganancias de sus compañías. Para muchos de ellos, los roles de género, así como el género en sí, son fluidos. Para aquellos de nosotros que hemos crecido con concepciones más estrechas de género, puede ser una experiencia nueva adoptar una noción más ambigua de una parte central de nuestra identidad. Los Millennials y otros que están dirigiendo esta conversación nos han desafiado a reconsiderar lo que es “normal” y cómo podemos llegar a una nueva normalidad que sea más inclusiva. Ese pensamiento diverso va a ser una fuerza transformadora y positiva para la inclusión y la forma en que todos trabajamos juntos.
RSM—¿Cuáles son uno o dos errores que has cometido en tu carrera que recuerdas más? ¿Y cuáles las lecciones aprendidas?
DG— Hace unos años, en Tokio, estaba esperando taxis con varios colegas en una calle concurrida, cuando alguien le gritó un insulto racista y sexista a un miembro de mi equipo. Todos quedamos impactados, pero nadie dijo nada. Quería llamarla, pero con el elemento racial añadido, tenía mucho miedo de meter la pata. Así que permanecí en silencio, durante semanas. Luego leí una nueva investigación de Catalyst que mostraba cuán tóxico puede ser el silencio. Finalmente, junté todo mi valor y le dije: “Lo siento mucho. Estuve mal. Debería haber dicho algo”. Ella apreció el apoyo, incluso cuando llegó tarde. Y eso me recordó que las conversaciones valientes son el primer paso para sanar heridas, abrir mentes, cambiar comportamientos y construir lugares de trabajo donde todos tengan una oportunidad justa de triunfar. Fue una lección difícil y profunda que mi corazón no olvidará: decir algo es siempre mejor que no decir nada.

Deborah Gillis trabaja duro para la equidad
RSM—¿Quiénes fueron algunos de los hombres y mujeres más influyentes en tu carrera? ¿Cómo exactamente te influyeron?
DG— Cuando era pasante legislativa de 23 años, uno de los representantes elegidos con el que trabajé finalmente se convirtió en amigo, mentor y patrocinador. Él me tomó bajo su protección y luego utilizó su influencia para recomendarme un proyecto de alta visibilidad que me colocó en una gran oportunidad. Mirando hacia atrás, puedo trazar una línea recta desde su patrocinio hasta la oportunidad que más tarde recibí para postularme como candidata para un cargo electo. Además del apoyo profesional, también me mostró que los grandes líderes son humildes. Admitía que no tenía todas las respuestas, y compartía sus errores abiertamente, pidiendo ayuda cuando la necesitaba. Se ganó la confianza y el respeto de nuestro equipo al confiar y respetarnos a su vez. Hasta el día de hoy, pienso en él como un modelo para el tipo de líder que quiero ser.
Otra gran influencia fue mi primer jefe fuera de la universidad, que me animó a pensar en mi carrera como una caja de herramientas y en cada nueva tarea como una oportunidad para agregar una nueva “herramienta” que podría llevar conmigo al próximo rol. Si iba a agregar una herramienta a la caja, tenía que asumir total responsabilidad por ella. Sentirme su dueña. A través de ella, aprendí que las personas hacen lo mejor que pueden cuando se les trata como si fueran capaces de dar lo mejor de sí mismas, y les prometes la oportunidad de demostrarlo.
RSM—¿Puedes compartir con nosotros la historia de la vida o carrera de una persona que cambió gracias a ti?
DG— Antes de unirme a Catalyst, me postulé para un escaño en una elección provincial en Nova Scotia, Canadá, de donde soy. Mientras buscaba votos, conocí a una niña que escuchó atentamente cuando le expliqué que me estaba postulando para estar en la Legislatura. ¿Su respuesta? “¡Pensé que solo los niños hacían eso!” Ella no fue la única: durante toda la campaña, vi como las niñas comenzaban a reconocer que ningún futuro es “solo para niños”. ¡Espero con ansia el día en que una de esas jóvenes se convierta en Primer Ministro!
Otra joven a quien me enorgullece inspirar, y que me inspira, es mi sobrina Haley. Hace algunos años, fue a la escuela y declaró un día personal de silencio, ¡una gran hazaña para una niña de trece años! Ese día, cuando a Haley se le acercaba un estudiante o un maestro, ella les daba un papelito que explicaba sus acciones como una expresión de solidaridad con la laureada con el Premio Nobel, Malala Yousafzai, y las niñas de todo el mundo a quienes se les había negado el derecho asistir a la escuela. Al elegir hacer que las injusticias que enfrentan las niñas en otra parte del mundo sean su problema, el silencio de Haley hizo eco en toda su escuela y comunidad.
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